Hay personas que sufren problemas de huesos como la artritis o la osteoporosis o personas que sufrieron la fractura de algún hueso del cuerpo que relatan cómo les duelen los huesos cuando cambia el tiempo o antes de una tormenta. ¿Tiene sentido esta relación? ¿Qué tiene que ver los huesos con los cambios de temperatura o con la lluvia?
¿Qué dicen los estudios sobre los cambios de clima y el dolor en articulaciones?
¿Puede alguien predecir que va a llover porque le duelen los huesos? Sobre esto existen distintas investigaciones:
– El primer estudio data de 1990 cuando se estudió a cuatro pacientes con artritis a quienes metieron en una cámara barométrica y les sometieron a cambios de presión similares a los que suceden cuando cambia el tiempo. ¿Qué ocurrió? Tres de los cuatro pacientes experimentaron un aumento del dolor de huesos cuando bajó la presión en la cámara barométrica. La muestra era demasiado pequeña y el estudio no pudo refutarse, sin embargo, sirvió para sugerir que sí puede haber un vínculo entre el dolor en huesos y articulaciones y la presión atmosférica.
– Otro estudio elaborado en 2007 con más rigor y una muestra mayor de pacientes sí afirmó que existe una relación entre el dolor articular y el cambio de presión.
-Sin embargo, un estudio más reciente y con la mayor muestra de personas elaborada hasta entonces, tiró por tierra esta teoría. El estudio de BMJ analizó los registros médicos de 11,673,392 visitas ambulatorias de Medicare. Después de controlar la edad, el sexo, la raza y varias afecciones crónicas, incluida la artritis reumatoide, descubrieron que en los días secos se realizaban más visitas por dolor óseo y articular que en los días húmedos, aunque por una pequeña diferencia. El autor del estudio, Anupam B. Jena, profesor de salud en Harvard, afirmó que cuando llueve y tienes dolor articular lo atribuyes al clima mientras que, si te duelen los huesos y hace sol, no.
Otros expertos afirman que los huesos no duelen más por el frío y la humedad, explican que no pueden reaccionar por cambios meteorológicos pero sí puede ocurrir que, cuando hace frío, estemos más y provoque más dolores musculares o allí donde ya hay contracturas.
Cómo nos afecta la presión atmosférica
Pero, ¿qué tiene que ver la presión atmosférica con el dolor de huesos? La presión atmosférica es la fuerza que ejerce el aire que forma la atmósfera sobre la superficie de la tierra y, por extensión, sobre nosotros. La presión atmosférica varía según el clima y según la altitud. A mayor altitud menor presión atmosférica y, cuanto más a nivel del mar se esté, mayor presión barométrica existe.
La presión del aire cambia también con la temperatura del ambiente. Cuando el aire está caliente, asciende haciendo bajar la presión, provocando inestabilidad en la temperatura, borrascas, lluvias o tormentas, es la presión baja. Cuando el aire está frío desciende, haciendo aumentar la presión provocando una estabilidad en la temperatura,es la presión alta.
Según algunos estudios, como el titulado “Variables meteorológicas y salud” afirma que estos cambios de presión pueden afectar a nuestra salud provocando dolores de cabeza, produciendo más tasa de aneurisma, episodios coronarios o neumotórax espontáneos.
¿Por qué duelen los huesos con los cambios de tiempo?
Como hemos visto, los estudios no son del todo claros al respecto, unos afirman que las lluvias y el dolor de huesos están relacionados y otros no. En definitiva, aunque algunas personas sí están convencidas de reaccionar a los cambios de temperatura, parece que no todos los huesos pueden predecir el futuro.
Pero, ¿qué lleva a algunas personas a predecir este cambio de tiempo? Algunos expertos creen que los cambios en la presión atmosférica hacen que se expandan las regiones blandas del cuerpo, incluido el líquido sinovial, que es el que lubrica nuestras articulaciones. Esto, podría provocar una inflamación en las articulaciones ya dañadas por alguna rotura previa o que sufren de alguna enfermedad como artritis u osteoporosis. Esta inflamación haría que duelan los huesos cuando cambia el tiempo.
Otros expertos creen que el cambio de temperatura solo hace más latente un dolor que ya existe. Y es que, cuando la presión atmosférica disminuye, también lo hace la producción de cortisol y adrenalina en nuestro cuerpo, que son dos hormonas que nos ayudan a suprimir el dolor y “anestesia” ciertos dolores crónicos. Algo que también ocurre por la noche: los niveles de cortisol y adrenalina disminuyen, por lo tanto, los huesos duelen más.