En las últimas décadas, la cantidad de tiempo que las personas pasan durmiendo ha ido disminuyendo de manera constante, al igual que la calidad del descanso. Esto se debe, en parte, a la adicción al trabajo, al juego (juegos de computadora por la noche) y los cambios en el ritmo de vida en general.
Por otro lado, el índice de masa corporal (IMC) de la mayoría de las personas en los últimos años, ha ido aumentando, sobre todo durante la emergencia sanitaria que dejó en confinamiento a casi todo el planeta. Así pues, en perspectiva podemos decir que las personas han aumentado de peso y disminuido el descanso.
Ahora, el área científica no ha dejado pasar estos hallazgos para presentar diferentes teorías sobre cómo se relacionan el sueño y la pérdida de peso. Numerosos estudios han demostrado que un tiempo de sueño limitado, menos de 7 horas al día, puede provocar trastornos metabólicos, aumento de peso, un mayor riesgo de obesidad y la aparición de distintas enfermedades crónicas.
Sin embargo, un buen descanso, de 8 horas en promedio, por el contrario, ayuda a las personas que están en un régimen alimenticio y de actividad física, a lograr más rápido sus objetivos.
Menos sueño – más hambre: como la falta de sueño afecta nuestro apetito
Una hipótesis común sobre el vínculo entre la falta de sueño y el exceso de peso afirma que no dormir lo suficiente aumenta el apetito. Pero ¿por qué sucede esto?
Todos los humanos tenemos unas hormonas peptídicas especiales, que son la grelina y la leptina, estas juegan un papel clave en la formación del apetito.
El cuerpo se apoya en estas hormonas para aumentar o disminuir naturalmente tu apetito a lo largo del día, según tu necesidad de calorías.
La falta de sueño puede afectar la producción de estas hormonas. En un estudio realizado con hombres que dormían 4 horas al día, se evidenció que excretan más grelina (sensación de hambre) y menos leptina (sensación de llenura) en su organismo, en comparación con los que dormían al menos 8 horas al día.
Los científicos concluyeron que el desbalance de grelina y leptina puede provocar un aumento del apetito y una disminución de la sensación de saciedad en las personas que no duermen lo suficiente o no descansan con plenitud durante la noche.